19 marzo 2008

Ese balconcito

Pasada ya, o al menos en gran parte, la resaca electoral, quisiera realizar unas observaciones en relación a la imagen ofrecida y mostrada por los dos partidos mayoritarios españoles y por sus líderes a la ciudadanía en la madrugada-noche del nueve de marzo.
En unos tiempos en los que debido a no sé que oscuros intereses se intenta crear en la opinión pública la idea de que no existen diferencias sustanciales entre uno y otro partido, es aconsejable, como en los pasatiempos de las revistas, buscar y encontrar las diferencias. Al igual que en dichas revistas las viñetas pueden parecernos iguales en una primera y rápida impresión, sede del partido, simpatizantes enfebrecidos, banderas, líderes aclamados, etc.
La divergencia no se antoja en exceso pero a poco que escudriñamos en la escena, de igual modo que en las páginas de papel impreso, se hace evidente la disparidad de las escenografias. Dos puestas en escena, dos comportamientos y dos maneras diferentes de ser y estar junto a los suyos.
Unos a pie de calle (con una mínima tarima), sin artificios, sin ornamentación, sin distancias; otros desde las alturas, en un balcón de andamiaje, como un decorado cinematográfico, marcando las distancias.
Unos dispensando un trato de igual a igual a sus simpatizantes y amigos; otros dejando bien claro el lugar que corresponde a cada cual.
Unos con la creencia y el convencimiento de que nadie está por encima de los demás y unos corregionarios que sienten y disfrutan de ese trato; otros que se creen por encima del resto por imperativo divino y una masa a la que se percibe cómoda mirando hacia arriba.
Uno es joven, actual; el otro es mayor, pero no por edad, la diferencia es de apenas un lustro, sino mayor por imagen, por actitud, pero sobre todo por convicción, y fidelidad a unos valores que representan al pasado.
Uno con su compañera entre el grupo de allegados; otro tirando de escena paternalista abrazando y protegiendo a la mujer que suelta una lagrima.
Se podría seguir observando y anotando más diferencias pero creo que a estas alturas no es algo que se presente como que necesario, tan solo resaltar que tanto unos como otros y sus respectivas aficiones, empleando un término futbolero, se identifican y sienten cómodos con los roles asignados. Esto no es óbice para que el boato, las tramoyas y los grandes despliegues escenográficos al más puro estilo prusiano sean propios de regimenes totalitarios de una y otra índole, y todo ello sin mencionar el balcón y cierto personaje que tenía por costumbre encaramarse a un escabel y erigirse al pueblo desde el mirador central del palacio de la Plaza de Oriente; aunque, la verdad, si tengo que elegir dignatario y balconcillo me quedo con Pepe Isbert en Bienvenido Mr. Marshall.

Chismabeibe

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1 Habladurías:

At 19/3/08 09:59, Blogger alt@ir dijo...

Plas, plas, plas... :D

 

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